Juventud Manizaleña, un programa para el cual surgen
incesantes agradecimientos, es la oportunidad que quizás todo el mundo espera y a su vez no,
teniendo en cuenta que cada persona quiere sobresalir y desea entonces que
alguien ponga su granito de arena a este objetivo, pero resulta que ante el
espectro de que este alguien no va a aparecer, muchísimas de estas personas
prefieren no luchar por alcanzar su fin y deciden continuar su vida con un
ideal, pero que sin esfuerzo, dedicación
y perseverancia será imposible de
cumplir; es por esto que el programa lo que pretende es ayudar a esos
estudiantes que conservan su anhelo y fortaleza inculcando y cultivando en ellos
tanto valores como conocimientos para que su proyecto de vida se vaya
conformando y su templanza no desfallezca ante el primer obstáculo que se les
presente.
En un comienzo, sábado a sábado, los profesores van
plantando en cada estudiante esas bases espirituales, académicas, personales y
corporales para su correcta formación, porque resulta que allí no solo importa
el llenar de conocimientos a una persona, allí enseñan cómo llevar un mejor
control de la vida a través de un buen orden y una conciencia humana alrededor
de los valores, cómo relacionar nuestras vidas con un entorno espiritual, no obstante
cada uno ligado a sus creencias, y por otra parte cómo tener un equilibrio
entre el deporte, los buenos hábitos y la vida académica. Al cabo de 2 años esas
bases se han fortalecido tanto como para que cada estudiante sea participe y
delimite sus pasos a seguir, he aquí un nuevo proceso de selección por parte
del programa y por parte del joven, el primero solo estará listo para recoger y
seguir ayudando al que demuestre capacidades e interés, mientras que el segundo
algunas veces decide más bien abandonar esta oportunidad y apartarse del
programa, desde mi punto de vista, la peor decisión que pueden tomar.
El programa Juventud Manizaleña se ha convertido en parte
de mi familia, pues una familia lo que brinda es apoyo, compañía, comprensión,
y además de eso siempre está en pro de sacar a sus miembros adelante, así es
este programa, es una ayuda incomparable que piensa en las personas que poseen
pocos recursos pero que poseen muchísimas esperanzas y ganas de surgir en un
mundo lleno de inconvenientes.
Siempre tuve la esperanza de que con mis actos en el
colegio iba a lograr algo y cuando llegó esta oportunidad no la pensaba dejar
escapar. Ahora que gracias a esto me estoy formando como profesional, mi
objetivo simplemente es servirle incondicionalmente al programa, servir y
brindar mis conocimientos y mis experiencias a otros estudiantes que siguen en
el camino y que así como yo tienen esas ganas de ser una persona productiva en
un futuro.
El estar aquí también representa un gran compromiso pues
cada uno de los beneficiados debe mostrar resultados para que de esta manera el
programa siga creciendo, de nosotros depende su progreso y la formación de
otras personas. Es muy gratificante saber que muy pronto se graduaran varios
jóvenes de sus carreras que salieron de la primera promoción, y los cuales
empezaran, muy seguramente, a formar una parte más activa dentro de la
aplicación de nuevas ideas que van surgiendo.
Este programa es en sí un tren que nos llevara muy lejos
y que seguirá pasando generación tras generación formando y construyendo
personas, es por esto que no podemos dejar deteriorarlo y por el contrario
aportar para hacerlo más grande y que cada vez pueda llevar más jóvenes a
cumplir sus objetivos; debido a que al ingreso del tren no se cobra tiquete
alguno y consientes de que nosotros somos el motor del mismo, es preciso
trabajar activamente para que éste nos lleve donde queramos y el que se canse
de hacerlo muy seguramente se quedara en la primera estación que encuentre.
No existen palabras para agradecer todo lo que el
programa me ha brindado, solo espero algún día poder compensarlo compartiendo
todo lo que he vivido con nuevas generaciones.
Muchas gracias.
Harold David Cárdenas Cardona.